En la última edición de El Atizador, nuestros expertos comentaron la obra de Karl Polanyi: “La Gran Transformación”. Como novedad en nuestro blog, compartimos con nuestros lectores una reseña sobre la obra que resume los grandes temas tratados en la sesión.
Comentario de la obra
Crecimiento económico y desigualdad, libre comercio y proteccionismo, paternalismo estatal o mercado autorregulado. Cualquiera diría que estos son los grandes temas de nuestro tiempo. Sin embargo, estas problemáticas tienen su origen en el proceso de industrialización de los siglos XVII-XIX y en la dislocación social que la implantación de un pretendido mercado autorregulado provocó. En su obra “La Gran Transformación” Karl Polanyi indagó en la urdimbre del libre mercado, en su evolución institucional y en las consecuencias que el desmoronamiento del paradigma liberal tendría para un mundo en pleno conflicto (escribe en 1944) desatado por totalitarismos de corte populista. ¿No suena esto familiar?
No podemos comprender la concepción del mercado autorregulado sin conocer la breve historia de la estabilidad institucional que Polanyi nos presenta. Los cuatro pilares básicos de la estabilidad durante la “Paz de los Cien Años” en la Europa del siglo XIX: la balanza de poder entre las potencias políticas, el patrón oro y la estabilidad de tipos de cambio, el estado liberal y el libre mercado. El autor asegura que la paz fue potenciada por la acción conciliadora de las altas finanzas internacionales, que alinearon sus intereses con los de las potencias. Intereses en buena medida comerciales sustentados por el patrón oro, cuya caída provoca una crisis económica y social que acarrea una reacción proteccionista y el surgimiento de totalitarismos.
Este marco institucional es, de acuerdo con Polanyi, necesario para la implantación del libre mercado. De hecho, las condiciones que dan lugar a un mercado autorregulado no son propias de las sociedades humanas, que según el autor han utilizado el mercado como un área accesoria a la vida en común regida por los principios de reciprocidad y distribución. Nunca antes habían estado la economía ni menos la sociedad sometidos al mercado. El éxito del credo liberal sólo podía ocurrir en una sociedad polarizada que, además, estigmatizara el pauperismo, estuviera dispuesta a suprimir las ayudas sociales y a defender el librecambio. A este objetivo, según el autor, se va a dedicar el proyecto liberal a lo largo del siglo XIX.
Pero para que un mercado opere libremente, es necesario que los factores de producción sean convertidos en mercancía. Para esto también sirvió de cuna la Gran Bretaña, que a partir de 1834 trabajará para revertir la ley proteccionista de Speenhamland (1795). A inicios del siglo XIX, la tierra ya se había mercantilizado gracias a los cercamientos, mientras que el capital (en forma de dinero) transformaba progresivamente su naturaleza de la mano de la aparición de bancos centrales. En cuanto al trabajo, no podía éste convertirse en mercancía sin una auténtica transformación que diese lugar a la sociedad de clases y a una nueva organización de la producción. se pasó así de los gremios y la protección de los trabajadores a la producción industrial y el mercado de trabajo. Polanyi nos muestra cómo el hombre y su trabajo fueron arrancados de su naturaleza y de sus raíces culturales para así poder ver su precio fijado por las leyes de la oferta y la demanda, eliminando los obstáculos al crecimiento sin límite de la mano del comercio internacional. El fenómeno en cuestión establece un paralelismo con lo que Marx llamará la formación del “ejercito industrial de reserva”.
Nace pues una nueva clase de este proceso de industrialización: la clase obrera. Ve así la luz una nueva forma de organización de la producción y la perspectiva de un crecimiento ilimitado gracias a las del mercado autorregulado. Un desarrollo que encontrará, no obstante, numerosas resistencias. Polanyi sostiene que sus defensores no previeron el desmoronamiento de las instituciones cuyo mantenimiento era paradójicamente necesario para el florecimiento del libre mercado. Con las tensiones imperialistas y la caída del patrón oro, el estallido de la Primera Guerra Mundial y el fracaso de la Sociedad de Naciones, el mundo de una clase obrera que había conquistado derechos y libertades se veía sumido en la desesperación.
En dicho contexto surgirían los fascismos que pretendían garantizar la pervivencia de la sociedad a cambio de renunciar a la autonomía individual. Polanyi los enmarcó en las reacciones conservadoras a los efectos incontrolados del libre mercado, y los condenó con una máxima social a la vez que liberal: el objetivo de la historia humana no puede ser otro que la libertad.
Reseña elaborada por Leandro J. Urbano